Fue el gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina quien demostró prudencia ante el artero asalto con lujo de violencia que sufrieron en el fraccionamiento donde vive el candidato del PRIAN, Eduardo Rivera Pérez. Esa misma actitud serena mostró el aspirante a la gubernatura Alejandro Armenta Mier quien se solidarizó con su homólogo y exigió que las autoridades esclarezcan el hecho violento.
De ahí en fuera, simpatizantes del candidato del PRIAN como los de Morena se subieron a la guerra de especulaciones, descalificaciones, juicios sin sustento y argumentos al aire como especialistas en seguridad pública.
En Twitter se hizo una guerra de teorías y descalificaciones, como siempre ocurre en ese enorme orinal de cantina: escupitajos por todos lados.
Sergio Salomón Céspedes desde el sábado llamó a los actores a no politizar el hecho violento y ofreció toda su ayuda en el caso. Fue puntual al señalar que, así como hay un llamado al gobierno federal y estatal para exigir mayor seguridad, también voltearan al municipio de Puebla.
Situación que es real, todas las autoridades son corresponsables.
Los hechos relatan que hubo violencia contra un par de vecinas de Rivera Pérez, lo cual, por supuesto es gravísimo. Para Rivera, los criminales iban por él y lo esperaban para “darle un plomazo”; para sus adversarios de Morena no era así y regresaron a las acusaciones de “los montajes”.
Fue el alcalde poblano Adán Domínguez quien sugirió —en su cuenta de Twitter— que el allanamiento al fraccionamiento donde vive el aspirante a gobernador tenía un sesgo político, lo grave de ese señalamiento es que nunca aclaró a ciencia cierta qué información tenía para darle ese tratamiento. No es que no lo sea, no lo sabemos, pero sugerirlo enrarece el clima que ya de por sí está muy polarizado en Puebla.
Dar un juicio tan rápido puede ser contraproducente, independientemente del cariño y lealtad que le tenga a quien fue su jefe.
Sin menosprecio a las víctimas, porque no estuve ahí y no me consta nada, hay que ponerse la bolsa de hielos en la cabeza, como siempre nos recetaba Melquiades Morales Flores cuando era gobernador.
¿Difícil? Sí, porque hay mucha pasión y se juega la silla del poder que trae consigo seis años de bonanza, pero si el mandatario estatal hizo un llamado a enfriarse, sería bueno hacerle caso y dejar que las autoridades hagan sus respectivas investigaciones.
Sé que suena muy bisoño y que a los del círculo rojo les encanta ver sangre y poner a los periodistas como perros de pelea para que se ensucien las encías, se rompan sus vestiduras, mientras ellos (los políticos) aplauden y griten sentados en las gradas del circo, pero lo ideal es no especular ni politizar; el hecho ya de por sí es lamentable.
Nadie deseamos que nos pase a nosotros ni a nuestros seres queridos. Tampoco queremos que ocurra y que cuando actuemos jurídicamente por nuestro derecho, en Twitter o Tik Tok o alguien quien se sienta un docto en seguridad pública nos diga que exageramos y que tenemos intereses políticos y de esa manera minimice nuestra legítima denuncia.
Claro, nosotros, los de a pie, no buscamos una candidatura al gobierno o a un puesto de elección popular ni militamos en un partido político, pero vamos, es mejor esperar la versión de las autoridades a subirse a la guerra de lodo con ventiladores prendidos propia de los procesos electorales.
Al fin y al cabo, sea como haya sido, sí dañaron la integridad de las vecinas de Rivera y eso es condenable, triste y desafortunado, porque nos pudo ocurrir a cualquiera de nosotros.
Ojalá y haya justicia y se descubra realmente cuál fue el móvil: un asalto o verdaderamente un atentado contra un político, pero mientras las autoridades investigan, una bolsita de hielos —la venden en cualquier Oxxo y no son tan caras— para no calentar más el ambiente que ya incluso hiede.
Esto termina en menos de un mes y deberá existir un proceso de cicatrización y recomposición sea cual sea el resultado final.
Pero como siempre, lo que uno opine (si se sale del guion) vale puritita madre o es visto con el arqueo de ceja correspondiente.