Puebla debe de ser considerada como “foco rojo”, electoralmente hablando, para el próximo domingo 2 de junio, ya que llega al cierre de las campañas con los ánimos caldeados, casi tan intensos como la ola de calor que ha azotado a la entidad durante todo el mes de mayo.
Lamentablemente y a pesar de los llamados a todos los actores políticos de la entidad para que se pusieran una bolsa de hielo en la cabeza, esto no ha ocurrido y la polarización que se siente en el país, también se respira en Puebla, entidad que ya en el 2018 vivió una de las jornadas electorales más sangrientas de su historia.
Los encontronazos entre los integrantes de los diferentes equipos, ya son el pan de cada día, así como el intercambio de descalificaciones, lo que hace que los simpatizantes de uno y otro bando, cada día asuman posturas más radicales.
Puebla capital se puede convertir, como ocurrió también en el 2018, en el epicentro de los hechos de violencia, por las señales que se han venido dando y lo competido que se observa el panorama electoral, previo a las votaciones.
El fantasma de la violencia ronda Puebla, tal y como ocurrió en el 2018, en donde el entonces gobernador, Tony Gali, tuvo que hacer auténticos malabares y echar mano de sus buenas relaciones con gente cercana al entonces candidato, Andrés Manuel López Obrador, para concluir su breve periodo al frente del gobierno de Puebla, sin problemas legales.
Nada más en ese proceso hubo dos muertos en Puebla capital y hechos de violencia en varias casillas del sur, motivo por el cual, la elección estuvo en riesgo de anularse, aunque el equipo del entonces candidato de Morena, Miguel Barbosa, prefirió impugnar esa elección, argumentado que se había violado la cadena de custodia de la papelería electoral, en vez de señalar los hechos de violencia como parte de la elección.
Seis años después Puebla parece querer volver a esa polarización, que abre profundas heridas y aquí lo más importante es preguntarse ¿Y después del 2 de junio qué?
Los políticos muchas veces como lo hemos referido en este espacio, se ponen de acuerdo, pero los que se quedan confrontados son los ciudadanos y también, comienzan las persecuciones en contra de los que pierden.
Ya también lo hemos referido en otras ocasiones, el precio de la polarización y la división ha sido muy alto para Puebla.
En el siglo pasado, en la década de los cincuentas, Puebla era la capital y financiera del país, gracias a dos hombres, William Jenkins y Maximino Ávila Camacho, quienes generaron emporios y dieron origen a una clase política y empresarial muy importante con Manuel Espinosa Yglesias, la familia Alarcón y los García Valseca, solo por citar algunos.
Pero, a principios de los setentas y de la década de los setentas Puebla entró en una espiral de decadencia, debido a las confrontaciones de tipo político-religiosas, la lucha universitaria y los choques entre FUAS y Carolinos, lo que provocó que la ciudad cediera su posición ante Monterrey y desde entonces la llamada “sultana del norte” es la capital financiera del país.
Ya veremos en qué deriva el 2 de junio y cómo se lleva a cabo la jornada electoral que se avecina. Esperemos que prevalezca la neurona y no la hormona.
Guerra de narrativas. En la guerra de narrativas hasta el día de hoy, todo pareciera indicar que la gubernatura de Puebla la va a ganar Alejandro Armenta Mier, quien ha presentado los datos de al menos 10 casas encuestadoras que le dan el triunfo y de manera holgada, sobre el panista, Eduardo Rivera.
Todas las casas encuestadoras a excepción de Massive Caller, le dan el triunfo a Alejandro.
En contraparte, la narrativa en el tema de la lucha por la alcaldía de Puebla, la va ganando el candidato de la oposición, el panista, Mario Riestra Piña, quien aparece bien posicionado en las encuestas de Massive Caller, LaEncuesta, Gobernarte, solo por mencionar algunas.
Ya entramos a la recta final de la campaña 2024, ya muy pronto se sabrá, qué empresas tuvieron la razón y actuaron de forma profesional y quienes deberán de pasar, al basurero de la historia.
