Diseño óptimo y resiliente de infraestructura, clave para ciudades seguras y habitables.

-El diseño óptimo y resiliente de la infraestructura requiere una visión integral que articule ingeniería, arquitectura, eficiencia energética, cuidado ambiental y mantenimiento constante.

En un contexto marcado por fenómenos climáticos extremos y una creciente urbanización, la Facultad de Ingeniería Civil de la UPAEP hace un llamado urgente a repensar cómo se diseña y construye la infraestructura en México. Eduardo Ismael Hernández, profesor investigador de la Facultad, expuso la importancia del diseño óptimo y resiliente de infraestructuras, especialmente en una temporada donde las altas temperaturas ceden paso a lluvias intensas y comienza la temporada de huracanes.

“La responsabilidad social de los ingenieros civiles está en garantizar que las estructuras que diseñamos cumplan con atributos de calidad, seguridad y funcionalidad para los usuarios, sin perder de vista el bienestar humano”, afirmó Ismael Hernández.

El profesor explicó que un diseño óptimo no se reduce a construir con el menor costo posible, como muchas veces se interpreta, sino a maximizar el beneficio o la utilidad de las estructuras. Retomando las ideas del destacado ingeniero Emilio Rosenblueth, Eduardo Ismael se enfatizó en que optimizar implica considerar no solo criterios técnicos y económicos, sino también sociales y humanistas.

Un hospital, por ejemplo, no solo debe mantenerse en pie; debe ofrecer condiciones de confort y funcionalidad tanto para los pacientes como para el médico personal. Esto implica instalaciones adecuadas, diseño eficiente de espacios y una operación ininterrumpida durante su vida útil.

El otro componente fundamental es la resiliencia. Según Ismael Hernández, este atributo permite que una estructura continúe operando incluso después de fenómenos perturbadores como sismos, huracanes o lluvias intensas. Un ejemplo claro son los puentes, piezas clave en la conectividad vial del país.

«Un puente debe diseñarse con base en estudios detallados: desde geología y mecánica de suelos hasta condiciones hidráulicas e hidrológicas. Así garantizamos que sea seguro y operativo incluso en zonas de alta sismicidad», explicó.

Añadió que, si tras un desastre natural, las infraestructuras siguen operando, las sociedades pueden recuperar más rápidamente su vida cotidiana. Esto se traduce en menos pérdidas humanas, económicas y sociales.

Ismael Hernández también hizo un llamado a los urbanistas y autoridades de planeación para considerar los factores de riesgo en el desarrollo de nuevas zonas urbanas. “Debemos elegir bien dónde construir y con qué condiciones, especialmente en ciudades que están en expansión”, señaló.

Desde la ingeniería civil —dijo—, se pueden ofrecer conocimientos técnicos clave para una planeación urbana sustentable y segura. Esto es particularmente importante ante la creciente amenaza de eventos geofísicos e hidrometeorológicos.

El diseño óptimo y resiliente de infraestructura, concluyó el académico, no es responsabilidad exclusiva de los ingenieros civiles. Es un esfuerzo interdisciplinario en el que deben colaborar arquitectos, urbanistas, especialistas en protección civil y tomadores de decisiones.

La Facultad de Ingeniería Civil de la UPAEP refrenda así su compromiso con la formación de profesionales capaces de enfrentar los retos actuales y futuros del entorno construido, con una mirada técnica, ética y humanista.

“No se trata solo de construir estructuras que no se caigan, sino de crear espacios que protejan la vida, promuevan el bienestar y puedan adaptarse a un mundo en constante cambio”, subrayó Ismael Hernández.

Ante la pregunta de si es recomendable construir viviendas con grandes superficies de cristal en lugar de muros para refrescar los espacios, Eduardo Ismael aclaró que este tema se aborda desde una perspectiva interdisciplinaria. «Aquí entra el trabajo del arquitecto. Cuando se diseña una casa, se consideran aspectos como la orientación solar y la dirección predominante del viento. Así, se pueden ubicar las ventanas en posiciones estratégicas para permitir una ventilación natural que reduzca el uso de sistemas mecánicos de enfriamiento», explicó.

Asimismo, destacó la importancia de utilizar materiales adecuados para lograr una temperatura confortable en el interior de las viviendas. «El adobe, por ejemplo, es un material térmico que mantiene frescos los espacios en época de calor y cálidos en época de frío. Sin embargo, su diseño debe ser estructuralmente correcto, ya que muchas viviendas rurales construidas con adobe han colapsado durante sismos por no contar con un diseño adecuado», advirtió.

Otra de las inquietudes fue si una vivienda de 20 o 25 años ya se considera obsoleta. «Culturalmente en México se cree que las casas deben durar para siempre. Y es que muchas veces seguimos habitando casas de nuestros abuelos que fueron construidas hace más de un siglo. La realidad es que una casa de 20 años no es vieja si se ha cuidado adecuadamente», afirmó Ismael Hernández.

De acuerdo con las normas técnicas, la vida útil de edificaciones como viviendas o edificios de departamentos se estima en unos 50 o 60 años. «Pero si se construyó con estándares de calidad y se ha mantenido bien, puede durar mucho más. Como los autos clásicos: no importa tanto el año, sino el estado en que se conservan», comentó.

El diseño óptimo y resiliente de la infraestructura requiere una visión integral que articule ingeniería, arquitectura, eficiencia energética, cuidado ambiental y mantenimiento constante. “Si aplicamos más ingeniería desde la planeación y pensamos en la vida útil total, no sólo en el costo inicial, podremos construir ciudades más habitables, sustentables y seguras”, concluyó Eduardo Ismael.

Te puede interesar