
La derecha poblana, esa que nunca muere, pero siempre anda en terapia intensiva, se reagrupa con promesas grandilocuentes: sacar del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) al grupo de Héctor Sánchez Morales, desalojar a Beatriz Camacho Ruiz de la Coparmex y, si todavía les queda aliento, arrebatar la CMIC, hoy en manos de Gustavo Vargas Constantini, quien además sueña con presidir a los empresarios poblanos.
El titiritero del movimiento no podía ser otro que Herberto Rodríguez Regordosa, eterno representante de El Yunque, aunque se lamente cada vez que lo encasillan en la ultraderecha. Ni modo, Herberto: la cruz se carga, no se discute.
Acompañado por Fernando Treviño Núñez y cinco más, han sido bautizados como los Siete Magníficos. Ellos, menos humildes, prefieren llamarse “El Grupo Santiago”, porque se reúnen en un bar frente a la iglesia del barrio a planear sus tenebras. Toda una misa negra empresarial.
Rodríguez cuenta con el espaldarazo de Carlos Montiel Solana, ex Coparmex y hoy empleado de Eduardo Rivera Pérez. La bronca es que Montiel ya cayó de la gracia en el cabildo, donde se sabe que mantiene un lazo demasiado estrecho con Franco Rodríguez Álvarez, primo —qué casualidad— del propio Herberto.
Como si las coincidencias fueran insuficientes, Herberto también hace mancuerna con Carlos Anaya Rodríguez, dueño de Kigo Parkimóvil. Ya sabe: la empresa que vive del parquímetro, ese gran invento para ordeñar automovilistas.
Rodríguez anda por los pasillos del CCE ofreciendo la fórmula mágica de “vamos a mejorar”. Nadie sabe qué, nadie entiende cómo, pero él insiste. Mientras tanto, el plan del actual presidente es empujar a Gustavo Vargas como su relevo.
La derecha perdió hace rato el control de los organismos empresariales. El golpe más duro fue en Coparmex, cuando llegó una mujer que no pertenecía a ninguna secta político-religiosa. Bety Camacho, empresaria de verdad, rompió la tradición de grillos disfrazados de patronos. Pecado mortal en las ligas yunquistas.
La pregunta en el aire es simple: ¿qué demonios quieren mejorar? ¿Y a quién buscan mandarles mensaje? ¿a Héctor Sánchez, a Bety Camacho o a Gustavo Vargas?
¿Le alcanzará al autoproclamado Grupo Santiago para recuperar el mando, o se sumará Herberto Rodríguez a su larga lista de derrotas, incluida su frustrada fantasía de dirigir la UPAEP?
Y hablando de la UPAEP —esa universidad que presume ser privada como si fuera Harvard—, ya se sabe que cobra como si odiara a sus estudiantes. Pero esa… esa es otra historia que, créame, pronto contaremos con más saña.